miércoles, 24 de marzo de 2010

La calle de abuelito

A la izquierda se ve la placa y al final, frente a la casa que sobresale estaba la casa, hoy tristemente desaparecida para convertirla en un espacio para el ganado. Allí justo es donde jugábamos al barruche y en la pared pegada a esa casa, detrás de la furgoneta, había un portón grande de hierro que daba al patio de Don Fortunato, el cura. Los chicos le solían robar las brevas. ¡Y qué buenas estaban! Supongo que esas variedades tradicionales se han perdido, aunque espero que no.

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